A escasas horas de los comicios, es admirable la cantidad de análisis que hemos hilvanado venezolanos y extranjeros sobre los potenciales resultados y sus consecuencias, los cantos de victoria, las explicaciones académicas del significado de las cifras por circuito electoral, o simplemente, el sabor amargo de no haber alcanzado lo propuesto o la alegría desbordada por obtener el objetivo propuesto. Esto es y será válido para ambas fracciones que se sometieron a la decisión de la mayoria en aras de conocer la aceptación de su propuesta.
Una premisa fundamental: En Democracia la mayoría decide!
Esto quiere decir, en mi opinión, que aquel modelo de país que obtenga mayoría en los comicios, habrá logrado mayor aceptación por parte del electorado venezolano y ese será el modelo que habrá de respetarse.
Que no estemos de acuerdo con dicho modelo?
Entonces tendremos que hacer lo que nos ha costado tanto a lo largo de 12 años de gestión del actual gobierno: un contacto sincero, a diario, que no solo en campaña, con el gran elector.
Dejar a un lado los metamensajes y abordar desde la perspectiva del ciudadano de a pie, y con él, la búsqueda y propuesta de soluciones concretas de lo que agobia a este vecino, sin palabras rebuscadas, sin poses ni bailes de pavos reales.
Qué lección ha venido ofreciendo el sector oficialista y que nos negamos a poner en práctica?.
Se me ocurre: unidad de criterio, mensaje directo y sencillo único, unicidad de tarjeta y ofrecimientos directos, llanos.
Te imaginas un tarjetón con tan solo dos candidatos, con tan solo dos tarjetas? Porque en definitiva, en Democracia, la mayoría decide y no los cogollos!.
Me atrevo a afirmar que más allá de las explicaciones académicas, reconocemos que el país está dividido severamente, que debemos respetar la decisión de la mayoría expresada en los votos y que los resultados electorales son el producto en definitiva de cómo hemos actuado y de lo que dejamos de hacer. No vale llorar!
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